3/03/2011
Ribeira
El mismo día en el que se hizo público que las obras de la depuradora de Corrubedo, en Ribeira, habían sepultado un petroglifo, se le encontró remedio al asunto. El concejal de la parroquia, Manuel Brión Gago (PP), acudió al lugar por la mañana. Pidió colaboración a la empresa que ejecuta la actuación para buscar el grabado que había desaparecido. Y, tras hacer una pequeña excavación, estos restos, que pertenecen a la Edad Media, volvieron a quedar a la luz. Aparentemente, no les pasó factura haber estado bajo tierra y se mantienen en buen estado.
Al parecer, lo que sucedió fue que los operarios que construyen la planta depuradora de Corrubedo lo dejaron enterrado cuando estaban habilitando una especie de pista. Ayer retiraron ese sedimento y el petroglifo volvió a asomar. De hecho, el citado concejal, que vive en esta zona, dijo que estaba igual que cuando él era pequeño.
Al mediodía, con el sol brillando, el grabado se veía a la perfección. Ahí estaba, por una parte, la figura con forma de espada y, por otra, una especie de serpiente. Aparentemente, no sufrió daños, aunque, lógicamente, eso deberían decirlo expertos en la materia. Este periódico consultó ayer sin éxito a Patrimonio de la Xunta de Galicia para ver si va a investigar lo sucedido para que no vuelva a repetirse y si examinará los restos para comprobar que están correctamente.
En realidad, son muchos los petroglifos que sufren avatares de lo más pintorescos. Sin salir de la comarca de Barbanza, a la que pertenece Corrubedo, hay otros dos buenos ejemplos. Cerca de la autovía, en un paraje rianxeiro, una empresa fue obligada por la Xunta a realizar una actuación de puesta en valor de un grabado prehistórico después de que hiciese una reforestación sobre él. También en Rianxo a otro petroglifo le echaron encima restos de una cuba de cemento. La firma responsable se encargó de arreglar el desaguisado.
Al parecer, lo que sucedió fue que los operarios que construyen la planta depuradora de Corrubedo lo dejaron enterrado cuando estaban habilitando una especie de pista. Ayer retiraron ese sedimento y el petroglifo volvió a asomar. De hecho, el citado concejal, que vive en esta zona, dijo que estaba igual que cuando él era pequeño.
Al mediodía, con el sol brillando, el grabado se veía a la perfección. Ahí estaba, por una parte, la figura con forma de espada y, por otra, una especie de serpiente. Aparentemente, no sufrió daños, aunque, lógicamente, eso deberían decirlo expertos en la materia. Este periódico consultó ayer sin éxito a Patrimonio de la Xunta de Galicia para ver si va a investigar lo sucedido para que no vuelva a repetirse y si examinará los restos para comprobar que están correctamente.
En realidad, son muchos los petroglifos que sufren avatares de lo más pintorescos. Sin salir de la comarca de Barbanza, a la que pertenece Corrubedo, hay otros dos buenos ejemplos. Cerca de la autovía, en un paraje rianxeiro, una empresa fue obligada por la Xunta a realizar una actuación de puesta en valor de un grabado prehistórico después de que hiciese una reforestación sobre él. También en Rianxo a otro petroglifo le echaron encima restos de una cuba de cemento. La firma responsable se encargó de arreglar el desaguisado.
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