La Voz de Galicia
18/08/2010
Ribeira
Suele decirse que las obras de arte creadas en su día por nuestros ancestros eran mucho más fiables y resistentes que las actuales pese a que las herramientas a su alcance eran mucho menos sofisticadas que las disponibles hoy en día. Muestra de ello son los puentes, viaductos y demás construcciones romanas que aún siguen en pie pese al paso de los siglos. Y si uno se remonta más allá en el tiempo, hasta la época prehistórica, se topa con nuevos casos: túmulos funerarios, castros y petroglifos subsisten pese al discurrir del tiempo y, lo que es peor, la intervención humana. Son múltiples los ejemplos del daño que, consciente o inconscientemente, puede hacer la mano del hombre sobre estos restos, pero uno muy claro está en Rianxo, donde unos gravados resisten estoicamente todo tipo de vicisitudes.
El último contratiempo que ha afectado al vestigio, y, ya de paso, ha servido para sacarlo a la luz de entre la maleza que lo ocultaba, fue un incendio. El petroglifo en cuestión está en Rianxiño, justo enfrente de una urbanización construida hace pocos años. El mes pasado, en la parcela donde se ubica, junto a una casa abandonada y llena de matorrales, se originó un fuego y ahora, sobre la superficie calcinada, puede verse perfectamente la piedra en la que se intuyen los dibujos rupestres.
Cemento
Sin embargo, el incendio no ha sido el hecho más grave de los que han sufrido estos restos. No en vano, hace unos años, precisamente cuando se construyeron unas viviendas que están en las proximidades, el vestigio acabó cubierto de hormigón.
Ocurrió que la empresa encargada de levantar los edificios vertió los restos que había en una cuba de hormigón que se estaba lavando sobre el petroglifo, dejándolo invisible. Alguien que conocía la existencia de los gravados -que por aquel entonces aún no estaban catalogados- denunció lo ocurrido y entonces se llevó a cabo una inspección.
Como consecuencia, hubo que devolver el petroglifo a su estado original, lo que obligó a repicarlo para eliminar el cemento que lo cubría. De hecho, ahora que las llamas han eliminado la maleza que rodeaba los restos y es posible observarlos fácilmente, son visibles también algunas huellas de estos trabajos en forma de pequeños puntos sobre la piedra.
Cuando todo esto ocurrió, los gravados no estaban aún catalogados, dado que es un hallazgo relativamente reciente, una circunstancia que dificulta, en este caso y en muchos otros, la conservación de los restos. De hecho, el petroglifo fue registrado hace apenas dos o tres años, cuando se denunció su situación a raíz de las obras en la urbanización citada.
Protección teórica
Expertos en la materia comentan, a raíz de lo ocurrido con estos restos, que la protección de los bienes arqueológicos es, sobre todo, teórica. Sobre el papel, se establecen una serie de condiciones, sin embargo, en la práctica, raras veces se traduce en sanciones a los responsables de los atentados contra los elementos prehistóricos.
18/08/2010
Ribeira
Suele decirse que las obras de arte creadas en su día por nuestros ancestros eran mucho más fiables y resistentes que las actuales pese a que las herramientas a su alcance eran mucho menos sofisticadas que las disponibles hoy en día. Muestra de ello son los puentes, viaductos y demás construcciones romanas que aún siguen en pie pese al paso de los siglos. Y si uno se remonta más allá en el tiempo, hasta la época prehistórica, se topa con nuevos casos: túmulos funerarios, castros y petroglifos subsisten pese al discurrir del tiempo y, lo que es peor, la intervención humana. Son múltiples los ejemplos del daño que, consciente o inconscientemente, puede hacer la mano del hombre sobre estos restos, pero uno muy claro está en Rianxo, donde unos gravados resisten estoicamente todo tipo de vicisitudes.
El último contratiempo que ha afectado al vestigio, y, ya de paso, ha servido para sacarlo a la luz de entre la maleza que lo ocultaba, fue un incendio. El petroglifo en cuestión está en Rianxiño, justo enfrente de una urbanización construida hace pocos años. El mes pasado, en la parcela donde se ubica, junto a una casa abandonada y llena de matorrales, se originó un fuego y ahora, sobre la superficie calcinada, puede verse perfectamente la piedra en la que se intuyen los dibujos rupestres.
Cemento
Sin embargo, el incendio no ha sido el hecho más grave de los que han sufrido estos restos. No en vano, hace unos años, precisamente cuando se construyeron unas viviendas que están en las proximidades, el vestigio acabó cubierto de hormigón.
Ocurrió que la empresa encargada de levantar los edificios vertió los restos que había en una cuba de hormigón que se estaba lavando sobre el petroglifo, dejándolo invisible. Alguien que conocía la existencia de los gravados -que por aquel entonces aún no estaban catalogados- denunció lo ocurrido y entonces se llevó a cabo una inspección.
Como consecuencia, hubo que devolver el petroglifo a su estado original, lo que obligó a repicarlo para eliminar el cemento que lo cubría. De hecho, ahora que las llamas han eliminado la maleza que rodeaba los restos y es posible observarlos fácilmente, son visibles también algunas huellas de estos trabajos en forma de pequeños puntos sobre la piedra.
Cuando todo esto ocurrió, los gravados no estaban aún catalogados, dado que es un hallazgo relativamente reciente, una circunstancia que dificulta, en este caso y en muchos otros, la conservación de los restos. De hecho, el petroglifo fue registrado hace apenas dos o tres años, cuando se denunció su situación a raíz de las obras en la urbanización citada.
Protección teórica
Expertos en la materia comentan, a raíz de lo ocurrido con estos restos, que la protección de los bienes arqueológicos es, sobre todo, teórica. Sobre el papel, se establecen una serie de condiciones, sin embargo, en la práctica, raras veces se traduce en sanciones a los responsables de los atentados contra los elementos prehistóricos.
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