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01/02/2010
Oviedo
En la bodega hay un largar y una prensa para la uva. En ellos más de una vez se ha hecho el vino que el Ferreiro daba a probar a algunos visitantes en el propio «cacho», cuenco de madera típico de la zona. El vino se guardaba en las cubas que también se encontraban en ese espacio junto a las alquitaras para conservar el orujo.
Son infinitos los objetos que Naveiras consiguió reunir en estos años. Materiales que van desde la forja del ferrero hasta las cajas de cerillas o de galletas que se conservan en la reproducción de una taberna típica. Este local, mezcla de bar-tienda, fue uno de los grandes aciertos de la instalación, por su genuina semejanza con los originales y sus completísimos contenidos.
Pero no es menor el interés del taller del carpintero con un despliegue amplísimo de herramientas con las que construían desde el mobiliario doméstico hasta las ruedas de carro, ni el equipo de tornería donde se fabricaban los recipientes de madera, que formaban la vajilla campesina. Todo lo que el visitante pueda imaginar sobre los modos de vida de las sociedades rurales lo encontrará en el Museo de Grandas. Allí la mayoría de las piezas han sido donadas por los vecinos que, tras el empeño de Pepe el Ferreiro, hicieron suyo el proyecto que ahora ha quedado huérfano con la destitución de su creador.
Los utensilios y otras piezas reunidas proceden no sólo del concejo de Grandas de Salime. También han llegado de Pesoz, Allande, los tres Oscos y de los concejos gallegos de Fonsagrada y Negueira de Muñiz. También se exponen materiales de otras regiones de la península Ibérica y de Europa con el fin de mostrar la diversidad en aspectos como el calzado de madera, del que se conserva una extraordinaria colección.
El museo está integrado en la actualidad por varios espacios, entre los que figuran el corral, el cabanón (cobertizo), el corredor que une el cabanón y la casa, el abeirugo (tendejón), el hórreo y la panera. A ellos se suma la casa del molinero y el molino. Después de distintas obras para solucionar el problema del agua para moler, Naveiras consiguió poner en marcha aquel viejo ingenio que llevaba décadas sin funcionar.
Pepe el Ferreiro reunió miles de objetos curiosos y en desuso y les volvió a dar vida. Con ellos recuperó la historia de sus antepasados y puso una comarca olvidada en la cima de la actividad cultural. Naveiras devolvió a sus vecinos el orgullo de pertenecer a una sociedad rural y les concienció de su valía.
01/02/2010
Oviedo
(2ª Parte)
Al otro lado de la sala, el museo muestra lo que se conoce como «el cuartín» donde hay una cama de «relleira» con colchón de hojas de maíz, sábanas de lino y colcha. Al lado una mesita de noche y a los pies, el baúl donde se guardan las ropas de vestir y de cama. También se conserva una pequeña cuna de madera. La bodega era otro espacio imprescindible en la casa campesina y como tal no podía faltar en el museo. Se encontraba siempre en la planta baja y solía tener un suelo de tierra, que mantiene mejor el ambiente fresco para la conservación de los alimentos.En la bodega hay un largar y una prensa para la uva. En ellos más de una vez se ha hecho el vino que el Ferreiro daba a probar a algunos visitantes en el propio «cacho», cuenco de madera típico de la zona. El vino se guardaba en las cubas que también se encontraban en ese espacio junto a las alquitaras para conservar el orujo.
Son infinitos los objetos que Naveiras consiguió reunir en estos años. Materiales que van desde la forja del ferrero hasta las cajas de cerillas o de galletas que se conservan en la reproducción de una taberna típica. Este local, mezcla de bar-tienda, fue uno de los grandes aciertos de la instalación, por su genuina semejanza con los originales y sus completísimos contenidos.
Pero no es menor el interés del taller del carpintero con un despliegue amplísimo de herramientas con las que construían desde el mobiliario doméstico hasta las ruedas de carro, ni el equipo de tornería donde se fabricaban los recipientes de madera, que formaban la vajilla campesina. Todo lo que el visitante pueda imaginar sobre los modos de vida de las sociedades rurales lo encontrará en el Museo de Grandas. Allí la mayoría de las piezas han sido donadas por los vecinos que, tras el empeño de Pepe el Ferreiro, hicieron suyo el proyecto que ahora ha quedado huérfano con la destitución de su creador.
Los utensilios y otras piezas reunidas proceden no sólo del concejo de Grandas de Salime. También han llegado de Pesoz, Allande, los tres Oscos y de los concejos gallegos de Fonsagrada y Negueira de Muñiz. También se exponen materiales de otras regiones de la península Ibérica y de Europa con el fin de mostrar la diversidad en aspectos como el calzado de madera, del que se conserva una extraordinaria colección.
El museo está integrado en la actualidad por varios espacios, entre los que figuran el corral, el cabanón (cobertizo), el corredor que une el cabanón y la casa, el abeirugo (tendejón), el hórreo y la panera. A ellos se suma la casa del molinero y el molino. Después de distintas obras para solucionar el problema del agua para moler, Naveiras consiguió poner en marcha aquel viejo ingenio que llevaba décadas sin funcionar.
Pepe el Ferreiro reunió miles de objetos curiosos y en desuso y les volvió a dar vida. Con ellos recuperó la historia de sus antepasados y puso una comarca olvidada en la cima de la actividad cultural. Naveiras devolvió a sus vecinos el orgullo de pertenecer a una sociedad rural y les concienció de su valía.
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